SI SUPIERAS...

SI SUPIERAS

Me levante mas temprano que de lo usual, realice mi rutina matutina, recorrí el trayecto de mi casa al colegio junto a mi madre, al entrar a la institución me sentía algo “apagada”, se podría decir  que era el cansancio por acostarme a la media noche, ya que el sueño no se me da tan fácilmente, pero esto es, talvez por estar en mi teléfono y no tomar mi descanso de forma responsable;  seguí con mi trayecto y entre al salón, un espacio frio, me dirigí a mi asiento, el cual quedaba de ultimo en la segunda fila de izquierda a derecha, por alguna razón me sentía a gusto, gracias a muchos benefactores de estar atrás, junto a este, la paz era impecable, casi que perfecta, aquel silencio me tranquilizaba en las mañanas.

Sentada en aquel puesto de dos piezas, donde mi silla estaba un poco separada de la mesa, me apoye en esta, dando a entender un poco de cansancio, mientras miraba a la izquierda podía ver tras esa gran ventana a algunas personas dialogando entre ellas; al parecer eran bastante cercanos, yo en cambio me sentía algo sola en aquel lugar, no podía verme con mis compañeros habituales  y a aquellas personas no las conocía, a algunos de ellos los tome como conocidos, pero no al punto de llamarlos amigos, ya que nunca fuimos muy cercanos, al enterarme del regreso presencial, me sentía aliviada porque podría verme y compartir con mis compañeros pero al parecer no funciono y quede solo con una idea en mi cabeza, la cual la eh hecho mi prioridad, estudiar.

 

Mientras hablaba conmigo misma, el profesor encargado de las primeras dos horas, ingreso al salón, me levanté realizando el saludo habitual y luego procedimos a trabajar en algunos talleres, antes de iniciar aquel taller solté un gran bostezo al cual el profesor reacciono de manera graciosa, a lo que me pregunto “¿aún tenemos sueño?”, no me sorprendí a tal comentario, a lo que asentí afirmando aquella pregunta; al ir paso a paso resolviendo aquel taller, llegaron a mi aquellas situaciones en las que mi horario diario era bastante diferente, desde el desayuno, hasta la llegada del medio día, ya que antes podía tomar mis actividades de forma mas relajada mientras leía un poco, o, simplemente el despertarme una hora más tarde y tener un descanso un poco mas prolongado era satisfactorio para mí.

Al detener mis pensamientos, sonó la campana que anunciaba el final de la primera hora y el inicio de la segunda, este sonido activo en mí, aquellos pensamientos en los que  mi vida tuvo bastantes finales e inicios, uno de ellos, les confieso que fue la virtualidad, una manera bastante compleja para recolectar la información y procesarla, aunque teníamos beneficios de todo tipo y los usábamos a nuestra voluntad, sabia que a la hora de que llegara la presencialidad se nos haría mucho mas complicado en ciertos aspectos, y como había pensado, esta llego, el prefinal de la virtualidad y el inicio de la presencialidad también, esta tenía ventajas y desventajas , pero sin duda era la mejor opción.

Estando perdida entre mis pensamientos tratando de dejarlos a un lado y enfocarme, sonó el cambio de hora y de asignatura, al parecer el docente encargado no asistió, así que se podría decir que fue una “hora libre”, esto me hizo pensar en ciertos momentos libres que tenía para seguir reforzando aquella actividad que inicie en la cuarentena, esta era el violín, aquella actividad la pospuse por bastante tiempo, puedo decir que la pospuse durante 8 años, y esta oportunidad de la pandemia me ayudo a retomarla, junto con otras actividades que pasaron a un segundo plano, aun me falta práctica, pero sé que con practicar, persistir y nunca desistir lo conseguiré.

Recordando aquellos momentos, sin darme cuenta una de mis compañeras me “reanimo” de mis pensamientos avisándome el inicio del recreo; Sali del aula y mientras me encontraba  caminando por los pasillos  de la institución, llegue a la parte trasera donde se podían apreciar unas hermosas montañas de manera esplendida, automáticamente se dibujó una sonrisa en mi rostro recordándome aquel día en el que planeamos con una parte de mi familia ir a escalar el cerro que estaba al lado de mi casa, el cual era bastante extenso, ese día compre un paquete de datos para presentarme en la clase virtual que tuve ese día, que por cierto duro 2 horas; en ese rango de tiempo nunca salimos del cerro, nos habíamos perdido, paso una hora más y por fin encontramos la salida de aquella gran montaña que desde adentro lucia como una jungla.

Finalizando el recreo, al ingresar nuevamente al aula, llego el docente encargado de aquella hora, el cual nos informó que después de tomar su clase saldríamos de la institución debido a algunos problemas a discutir; después de aquella explicación inicio su clase y con ella mi mente volvió a sumergirse en pensamientos, pero esta vez, aquellos pensamientos eran dolorosos; el tema que aquel docente explico, trato sobre el dolor interno y mental;  el cual me hizo recordar una situación que me dejo “fría” en su momento, fue un jueves a las 7:30 am, mi hermana salió y dejo la puerta de la entrada abierta, mi mascota es algo inquieta y se había ido, al darme cuenta Sali corriendo para encontrarla pero Sali 5 minutos tarde, la busque, literalmente como loca y poco tiempo en la recepción del conjunto residencial, el guardia encargado la vio, él nos conocía y sabia que ella formaba parte de nosotros así que apenas la vio, nos contactó para poder ir a recogerla y de inmediato llegue allí, fuero los peores 10 minutos de mi vida.

Sinceramente aquellos pensamientos robaron toda mi atención aquel día, aunque no descuide la explicación; al poco tiempo de darme cuenta ya era la hora de salida y con esta ya era la hora de dejar aquel pensamiento que quedo como un mal recuerdo y empezar de nuevo para seguir aprendiendo.